miércoles, 7 de noviembre de 2018

ANTOLOGÍA POÉTICA


 AJEDREZ II  de Jorge Luis Borges


Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 

reina, torre directa y peón ladino 

sobre lo negro y blanco del camino 

buscan y libran su batalla armada. 


No saben que la mano señalada 

del jugador gobierna su destino, 

no saben que un rigor adamantino 

sujeta su albedrío y su jornada. 


También el jugador es prisionero 

(la sentencia es de Omar) de otro tablero 

de negras noches y de blancos días. 



Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 

¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 

de polvo y tiempo y sueño y agonía?




LO FATAL de Rubén Darío

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...





SI MIS MANOS PUDIERAN DESHOJAR  de Federico García Lorca

Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!! 

 

Dios Se Desnuda en la Lluvia... de  Juan L. Ortiz

Dios se desnuda en la lluvia
como una caricia
innumerable.
Cantan los pájaros entre la lluvia.
Las plantas bailan de alegría mojada.

La tierra 
como una hembra 
se disuelve en los dedos penetrantes
con una palidez de mil ojos desmayados.

Camino bajo la lluvia, todo mojado, cantando, 
hacia mirajes que huyen en un rumoroso sueño.

Lluvia, lluvia! 
Desnudez del dios 
primaveral,
que baja danzando, danzando,
a fecundar la amada
toda abierta de espera, quebrada ya de ardor
amarillo y largo.




IF  de  Rudyard KIPLING 

Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila, / cuando todo a tu lado es
cabeza perdida. / Si tienes en ti mismo una fe que te niegan / y no desprecias
nunca las dudas que ellos tengan. // Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la
espera. / Si engañado, no engañas. / Si no buscas más odio, que el odio que te
tengan. / Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres. // Si al hablar no
exageras lo que sabes y quieres. Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo. Si
piensas y rechazas lo que piensas en vano. Si al alcanzar el triunfo o llega tu
derrota, y a los dos impostores les tratas de igual forma. // Si logras que se sepa la
verdad que has hablado, / a pesar del sofisma del orbe encanallado. / Si vuelves al
comienzo de la obra perdida, aunque esta obra sea la de toda tu vida. // Si
arriesgas de un golpe y lleno de alegría, / tus ganancias de siempre a la suerte de
un día, / y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea, / sin decir nada a nadie lo que
eres, ni lo que eras. // Si logras que los nervios y el corazón te asistan, / aún
después de su fuga, en tu cuerpo en fatiga, /y se agarren contigo, cuando no quede
nada, / porque tú lo deseas, lo quieres y mandas. // Si hablas con el pueblo, y
guardas la virtud. / Si marchas junto a reyes, con tu paso y tu luz. / Si nadie que
te hiera, llega a hacerte la herida. / Si todos te reclaman, y nadie te precisa. // Si
llenas el minuto inolvidable y cierto, / de sesenta segundos, que te llevan al cielo. /
Todo lo de esta Tierra será de tu dominio, / Y mucho más aún... / ¡Serás HOMBRE,
hijo 


      Llueve  de Pablo Neruda

Llueve
sobre la arena, sobre el techo
el tema
de la lluvia:
las largas eles de la lluvia lenta
caen sobre las páginas
de mi amor sempiterno,
la sal de cada día:
regresa lluvia a tu nido anterior,
vuelve con tus agujas al pasado:
hoy quiero el espacio blanco,
el tiempo de papel para una rama
de rosal verde y de rosas doradas:
algo de la infinita primavera
que hoy esperaba, con el cielo abierto
y el papel esperaba,
cuando volvió la lluvia
a tocar tristemente
la ventana,
luego a bailar con furia desmedida
sobre mi corazón y sobre el techo,
reclamando
su sitio,
pidiéndome una copa
para llenarla una vez más de agujas,
de tiempo transparente,
de lágrimas.



INVICTUS  de William Ernest Henley

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

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